miércoles, 13 de julio de 2011

Érase una vez una princesa,
una niña herida
jugando a ser mujer fuerte.
Siempre rodeada de gente,
aún así se sentía sola.
Ojos tristes y mirada profunda
a contraste con su sonrisa, fingida.
Se decía que había sufrido tanto,
que llegó un momento en el que
nada podía hacerle daño,
nada podía hacerle sufrir.
Se decía
que su corazón estaba tan roto,
partido en tantos pedazos
que ya no sentía.
Pero sentía,
podía sentir como la tristeza la consumía,
podía sentir como la soledad hacia eco en su interior.
Este cuento no tiene príncipes azules,
quizás el reflejo del sol
o la oscuridad de la noche
confunden el color...
Tampoco hay final feliz...
Pero como esto no podía ser tan triste
dejemos el final sin escribir...
Tal vez algún día
un hada madrina con su varita
lo vuelva todo bonito,
o quizás, esta niña se anime a pintar
lo gris de su vida...
de COLORES!