domingo, 31 de marzo de 2013

No puedo compartir lo que nunca me han dado.

No me importa lo que me digan, no tengo sentimientos, no tengo nada por lo que luchar. No veo la manera de encajar en la sociedad de la que yo misma me exilio...
De mi mente salen mil pensamientos, los cuales no se como enlazar sin que realmente parezca demasiado obvia. Todos hemos sentido esa sensación de soledad muchísimas veces pero cuando te das cuenta que no formas parte de ningún grupo sabes que la única que siempre estará ahí es tu cama, y yo realmente no necesito nada más.
Claro que me encantaría tener la vida de antes pero probablemente es mi masoquismo el que me hace echarlo de menos, eso de ir al sur con amigas a un apartamento, salir de marcha, carnavales, cenas, ir al cine... Pero ya me acostumbré a otro tipo de vida, esa vida en la que esperas a que te den utilidad, en la que si quieres algo lo tienes que hacer sola, en la que los fines de semana se basan en estar dentro de la cama horas y horas pensado, escribiendo y abriendo heridas.
Salir a la calle y sentir que te miran, estar con amigos y saber que sobras, que realmente estarían mejor sin ti... Será que me olvidé de sonreír, aprendí a fingir y a gritar en silencio.
A veces esperamos nuestro momento, el momento de ser felices sin darnos cuenta que probablemente ese privilegio no es para nosotras.
Es difícil comprender algo que no se vive, pero es imposible comprender algo que no se siente.

Kris. M.