sábado, 22 de septiembre de 2012

Abriéndome las heridas.

Levantarte por la mañana para caer directamente en el subsuelo del abismo y darte cuenta que no hay nada mas allá que la obsesión que te mantiene viva en este mundo de muertos.
Sentir que el frío se mete por el interior de tus venas y se esconde en tu pecho para hacerte sentir débil y vulnerable, querer sonreír y llorar por dentro al mismo tiempo. Que una cuchilla te haga sentir que tienes sentimientos, que sientes dolor y satisfacción al ver la sangre correr por tu brazo, un castigo por no ser perfecta y una adicción porque sabes que realmente te gusta...
Te gusta sentirte mal, echas de menos esa maldita soledad que siempre esta contigo, te sientes rara con la gente, ya no sabes de que hablar, crees que no encajas con nadie y es porque prefieres estar sola metida en una cama, escribiendo, llorando o viendo sangre correr.
Cerrar los ojos y no volverlos a abrir hasta que me haya consumido, ser inexistente en esta sociedad de mierda, llena de personas que dicen ser quien no son, piensan que por conocerte pueden opinar y decidir sobre tu vida.
Y es en ese momento cuando deseas gritarle al mundo sin darte cuenta que no tienes voz, que no le importas a nadie y que el mundo sigue girando aunque te hayas parado. Y ahí es cuando deseas que alguien te abrace y haga desaparecer ese frío que te llena en tu interior, que te limpie las lágrimas y te dibuje una sonrisa, que cambie la sangre por un poco de tiempo junto a ti. 
Pero eso no es eterno porque nosotras no somos eternas, porque nosotras sabemos cuando debemos llorar, cuando debemos dormir y cuando debemos morir. Y sin darte casi ni cuenta estás de nuevo llorando por dentro, sintiendo frío a pesar de que hay 35º y buscando dolor en un cajón.

Kris. M.